Morir matando. Siempre, por supuesto, metafóricamente hablando. La verdad es que ese es el dicho que más se escucha en muchos rincones del Ayuntamiento en los últimos coletazos en el poder de la actual alcaldesa en funciones. Hay cierto miedo entre algunos trabajadores municipales viendo determinadas acciones que se han desarrollado en los últimos tiempos. Llama la atención la celeridad que se ha dado la todavía primera edil en ejecutar la última sentencia. Dos días hábiles después de recibirla, 48 horas después de las elecciones y estando en funciones, procedía a despedir por segunda vez a una letrada urbanista. Llama la atención que no se haya esperado ni tan siquiera a que la sentencia sea firme. No podía aguantar hasta entonces, porque por plazos la pillaba ya fuera del sillón. Tampoco ha valido la falta de personal en la Oficina de Obras y su colapso, como han puesto de manifieso sus compañeros.
Aún es más sorpresiva la celeridad con la que se ha actuado cuando bajo su mandato se ha pasado por alto de forma reiterada el cumplimiento de sentencias. Por ejemplo, la de la plaza de toros, que se intentó evadir con una treta dejando la instalación fuera de ordenación. Haciendo oídos sordos a la ejecución de esa sentencia y con un buena un tirón fuerte de orejas de la justicia que acusaba a la primera edil de eludir el cumplimiento de la legalidad a todo costa. Esa sentencia llegó hace más un mes, a principios de mayo. En varias ocasiones se ha dicho que no ha habido tiempo de valorarla, a pesar de que era bastante explícita y ponía las cosas en su sitio. ¡Qué casualidad!
Para ser exactos, lo que pasa ahora, en los últimos coletazos, es lo mismo que lleva pasando doce años. Cuanto interesa algo, no hay muralla que se ponga por delante aunque ni la razón ni la ley lo amparen. Pero cuando por algún motivo sí conviene, se ejecutan las acciones aunque no se tengan las cosas atadas y luego nos cueste dinero a todos los arandinos (como paga la caja común). La letrada despedida y el bombero sancionado con tres meses de suspension de empleo y sueldo (notificado dos días antes de las elecciones), no caen bien a la cúpula. Es la política de las filias y fobias, la del ejercicio del poder basado en esas percepciones subjetivas. En el ámbito municipal y en muchos otros, donde ciudadanos y colectivos se sentirán representados por estas líneas. Lo hemos visto durante todo este tiempo, demostrando la falta de comprensión de lo que es el servicio público. O lo que es lo mismo, no estar al servicio de todos, sino de aquellos que ‘bailan el agua’. De momento, la trabajadora despedida ha anunciado que denunciará a la alcaldesa en funciones por “acoso laboral”. Puede que no sea la única, según se comenta.
A la vez que cierra esa etapa, la todavía regidora pretende abrir otra. Por eso, bajo una angustiada imagen de no saber porqué ha perdido, aprovecha para reclamar el premio del Senado. Cree que se merece un sueldo lustroso para seguir viviendo de la política (esa profesión de la que tan bien se mantienen algunos). Todo apunta a que lo puede conseguir. Algo extraño tras perder una elecciones donde su partido ha ganado votos en todos los puntos del país, e incluso no ha sido capaz de recuperar el segundo diputado provincial en los datos de la Ribera del Duero. Queda poco para saberlo.
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